Florece los doce meses del año, se abre y gira siguiendo el recorrido del sol y se cierra en la oscuridad, ya la usaban los hindúes y los árabes, por sus enormes cualidades medicinales.
Tanto las cultivadas como las silvestres tienen las mismas propiedades medicinales.
La caléndula o maravilla llegó a España desde América en la Edad Media, y se cultivaba en los jardines de los monasterios, donde se aplicaba para problemas de visión, hígado, intestino, heridas, picaduras de insectos y serpientes y alivio de enfermedades del corazón.
Se dice que cura incluso la tristeza, purificando el espíritu de los malos sentimientos.

Recientemente, se han reconocido sus efectos anticancerígenos, sobre todo aplicada en pomada sobre los tumores de la piel.
Tiene propiedades cicatrizantes, antiinflamatorias, emolientes y antisépticas, por lo que su uso es muy beneficioso para heridas, eccemas, dermatitis, psoriasis, úlceras, verrugas, callos, llagas, y también en contusiones, esguinces, otitis, y como colirio en caso de conjuntivitis.
En cosmética, gracias a las saponinas, gomas y mucílagos que contiene, es una gran hidratante, suaviza y tonifica la piel, curando las quemaduras de primer grado, como las que produce el sol.

El elixir floral de caléndula, según Clara Castelloti, es llamado el elixir de la hospitalidad, porque ayuda a comunicarse con amor, sin discusiones, ayudando a eliminar la incomprensión.