¿DÓNDE SE FABRICA LA FELICIDAD?

Parece ser que la felicidad se fabrica más cerca de ti de lo que te imaginas.

Todas las civilizaciones, todos los filósofos, todas las culturas anteriores, todo el empeño del ser humano desde siempre por perseguirla, por buscarla fuera, por correr persiguiéndola, y resulta que se fabrica dentro.

La felicidad se fabrica dentro de uno.

A estas alturas, los descubrimientos médicos ya han comprobado fehacientemente que nuestro organismo fabrica algunas sustancias, como la serotonina, que el cuerpo utiliza para enviar mensajes entre las células nerviosas, y que juega un papel importante en nuestro estado de ánimo, en las emociones y en el sistema nervioso central.

Así que nuestro organismo es capaz de fabricar lo que llaman la “hormona de la felicidad”, pero ¿dónde se fabrica?

Se ha determinado que aproximadamente un 5% de nuestro nivel de serotonina se fabrica en el cerebro, sobre el 75% se fabrica en los intestinos, y el 20% restante en las plaquetas sanguíneas.

Sobre esto falta aún mucho que investigar y descubrir, pero al menos en la actualidad, ya se sabe, por tanto, con estos datos, que lo que piensas y sientes llega y se gestiona -en parte, en el cerebro-, que lo que comes llega a los intestinos, que lo que inhalas y lo que te pones sobre la piel, penetra con rapidez en el torrente sanguíneo.

Conociendo este proceso interno de funcionamiento de nuestro organismo, es fácil de deducir entonces, que las plantas pueden ayudarnos a fabricar nuestra felicidad: las plantas que comemos, las esencias de plantas que inhalamos y se incorporan a nuestro sistema nervioso central y resto de sistemas, y las plantas que nos ponemos sobre la piel en forma de cremas, aceites, pomadas y colonias.

Las plantas son una fábrica de felicidad

En tu mano está entonces no buscar muy lejos de ti, ni fuera de ti, lo que contribuye a hacerte más feliz, más sano, más fuerte: repensar cómo te alimentas, cuánto tiempo descansas, qué ejercicio realizas, cómo gestionas tus emociones y pensamientos, cuánto tiempo disfrutas del contacto con la naturaleza y el aire libre, qué productos te pones en la piel, con qué aromas te perfumas,

La cuestión sería entonces mirar hacia dentro, más que hacia fuera.

Reconocer que tus hábitos diarios, los más cercanos, los más sencillos, son fundamentales y decisivos para tu bienestar, para tu felicidad.

«No es lo que nos sucede, sino lo que hacemos con ello». Epicteto, A. Huxley, Kieerkegaard…

Debemos aprender o reaprender -porque nadie nos ha enseñado-a escuchar nuestro cuerpo, que es la máquina perfecta con la que hemos nacido, y que de serie nos viene con todo lo que necesitamos-. Debemos aprender a habitar en nuestro cuerpo y a proporcionarle esa gasolina que le ayude a funcionar con todo su potencial: oxígeno y plantas. O mejor dicho, plantas -ya que ellas se encargan de proporcionarnos -también- el oxígeno.

Acariciar tus intestinos con los alimentos de plantas vivas que nos fortalecen. Acariciar tus emociones y sentidos con aromas naturales de las esencias de las plantas, acariciar tu piel con la suavidad y nutrición de aceites vegetales y esenciales que nutren, calman y te aportan bienestar.

Así que la elección está en tu mano: elige alimentos procesados cargados de tóxicos que te debilitan o elige alimentos vivos que te aportan energía y salud; elige cremas y colonias con disruptores endocrinos que te envenenan y enferman poco a poco, o elige plantas y esencias ecológicas que protegen tu organismo desde la piel hacia el interior; elige aire contaminado, ver el mundo a través de pantallas encerrado en tu cárcel de confort y cemento, o abrir las puertas de tu mente y tu vida a lo vegetal, al aire libre y el contacto con la naturaleza.

Si crees que éste es el camino, hay que ponerse manos a la obra, ya que la sociedad va por otro lado.

Elige el camino de las plantas

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