Desde luego que el nombre de Chupamieles es algo más agradable que el de Ortiga muerta o fétida, por los que también se le conoce a esta planta perenne aromática, medicinal y comestible, y responde a la dulzura del sabor de sus flores.
La Chupamieles, o Ortiga Muerta (Lamium maculatum) posee un característico tallo cuadrado y grandes hojas acorazonadas con el borde aserrado parecidas a las de las ortigas verdaderas, pero a diferencia de ellas, sus pelos no son urticantes, desarrollando en invierno unas manchas blancas características e inconfundibles, de ahí su apellido. También se la conoce por los nombres de ortiga fétida, Falsa ortiga, Chupamieles o chuchamiles, Lamio maculado, Ortiga manchada o Gallos.
La forma de sus flores asemeja a una boca abierta, de hecho, su nombre científico proviene del griego, con el significado de «boca abierta», aunque también se relaciona con el griego “lamia” que era el nombre de grotescas criaturas mitológicas y significa “mujer devoradora de hombres”. Pertenece a la familia de las lamiáceas, anteriormente denominadas labiadas, por esta forma característica de sus flores en forma de boca o labios.
Elige zonas sombrías para crecer, encontrándose en los caminos, las escombreras, bordes de cultivos y prados, generalmente en suelos bien nitrogenados cercanos a zonas húmedas y/o corrientes de agua.
Florece durante todo el año, especialmente de abril a octubre, y es muy común en toda la península ibérica, pudiendo florecer todo el año si las condiciones de humedad y temperatura le son propicias, y especialmente de abril a octubre.
Tanto en Galicia, como en Castilla y León y en otras zonas rurales, existía la costumbre de chupar o comer sus flores porque tiene un sabor ligeramente dulce -de ahí su nombre de chupamieles- y de tomar el cocimiento de las hojas para problemas genito-urinarios. Las hojas mojadas se colocaban en la nariz para parar la sangre. En Huesca se lavan los pies con agua de la planta para aliviarlos y facilitar la circulación y en Portugal se preparaba un emplasto para los golpes, mezclando sus hojas con harina y vinagre.
Tiene propiedades depurativas y antirreumáticas.
RECETA/CONSEJO
Para aliviar el dolor de pies hinchados, se hierve la planta un par de horas y se deja en maceración y se aplica directamente.
Su uso está indicado como expectorante en bronquitis, para el alivio de los dolores menstruales y como regulador intestinal.
La raíz contiene taninos que le confieren astringentes, por lo que se utiliza en casos de diarreas y úlceras gastroduodenales.
Las hojas se emplean como reconstituyentes y remineralizantes, por su gran contenido en sales minerales de hierro, calcio, sílice, azufre, potasio y manganeso, contiene vitamina C, proteínas completas, fibra, mucílagos y taninos, y por todo ello se la compara a la ortiga verdadera.

En infusión de hojas verdes, actúa como tónico y laxante y con la planta seca, actúa como expectorante y tónico uterino regularizando el ciclo femenino. Su decocción es útil para hemorragias internas.
Externamente, puede favorecer la curación de heridas y cicatrización, aplicadas sus hojas frescas machacada.
En la cocina:
Mejor utilizar las hojas y brotes tiernos, que pueden comerse crudos en ensaladas, aunque su olor sea un poco desagradable, pero su sabor no lo es. O bien pueden cocerse o saltearse. Resultan un buen aliño, maceradas con ajo en aceite. El momento óptimo para su recogida es cuando se encuentra florecida, pudiendo utilizarse tanto fresca como seca. Las flores, con ligero sabor dulce, pueden añadirse a una ensalada.
Pueden incluirse en una tortilla, como relleno en una empanada junto con cebolla y champiñones, o en una sopa junto con apio y cebolla.
No se conoce ninguna toxicidad de cualquiera de las especies de ortiga muerta que puedes encontrarte por el campo de forma silvestre, y ninguna planta tóxica puede confundirse con ella.