La salvia es familia del romero, la lavanda y el tomillo -las labiadas, ahora llamadas lamiáceas-, y de su nombre nació la palabra «salud», y se la definió en el Renacimiento como «salvadora», por todas sus virtudes curativas.
Los egipcios la utilizaban para embalsamar, los griegos la intercambiaban con los pueblos orientales a razón de una parte de salvia por cuatro de té. En otras muchas culturas se usa en rituales de limpieza energética y sanación espiritual, ya que se considera que limpia el ambiente de energías negativas. Quemadas sus hojas secas, despiden un humo que limpia la atmósfera, siendo útil para evitar gripes y resfriados o cuando ha habido muchas personas en una sala.
La salvia es utilizada como infusión para mejorar la digestión, la bronquitis, la depresión y el cansancio. La salvia contiene un efecto estimulante para el sistema nervioso, es perfecta en infusiones o té para combatir el cansancio y agotamiento mental.
Unas gárgaras de su infusión ayudan a curar una inflamación de garganta y cualquier afección de la boca.
Está indicada en todos los trastornos femeninos, en todas las afecciones ginecológicas, ya que favorece la ovulación, por tanto, la fertilidad, y una menstruación regular, así que está indicada desde irregularidades menstruales, hasta infertilidad. Es una de las plantas más conocidas para tratar los trastornos de la menopausia: alivia sus molestias de náuseas, vértigos, sudores, golpes de calor y trastornos circulatorios. Armoniza las menstruaciones, no sólo a nivel físico sino también a nivel emocional.
Esto significa que es muy adecuada para personas cansadas, apáticas, estudiantes en épocas de exámenes, anémicos, convalecientes y para todos los que sufren trastornos nerviosos, agotamiento, astenia, cansancio, depresión. Activa la circulación de la sangre y equilibra el sistema nervioso.
Su infusión mejora del estado de ánimo y del rendimiento cognitivo.

Las hojas secas quemadas despiden un humo que limpia la atmósfera de vibraciones negativas y gérmenes. Muy útil en épocas de epidemias y contagios, gripes, resfriados. O para descargar un ambiente cuando han permanecido muchas personas en un recinto cerrado.
Contraindicada durante el embarazo, para las mujeres que amamanten, y para niños menores de seis años.