El eguzkilore o flor del sol es un cardo con propiedades diuréticas, usada tradicionalmente contra gripes y resfriados y propiedades antibacterianas y antiinflamatorias utilizada en el tratamiento de eccemas y acné, cuya inflorescencia seca se utiliza en puertas, chimeneas y ventanas según la tradición del País Vasco, Navarra, Aragón y algunas zonas del Pirineo Catalán como símbolo de protección del hogar, capaz de evitar la caída de los rayos y ahuyentar a las brujas y a los malos espíritus, a los genios de la enfermedad y todos los enemigos de los hombres.
Se la denomina cardo de puerto o carlina, derivado éste de su nombre científico: Carlina acaulis, Carlina en relación con Carlomagno, donde dice la leyenda que los ángeles le mostraron las propiedades medicinales de la planta para combatir enfermedades graves como la peste, pudiendo de esta forma salvar a sus tropas en los Pirineos. Posteriormente la leyenda se modificó sustituyendo Carlomagno por Carlos I., y acaulis significa «sin tallo», de procedencia latina.
Crece en las montañas de gran parte de Europa, en pastizales y prados secos y soleados y en taludes rocosos, en altitudes de 1000 a 2000 metros, y en nuestro país se puede encontrar no sólo en el País Vasco, la Rioja y Navarra, sino también en el norte de Aragón, Cataluña y Burgos, aunque a día de hoy es una especie protegida y está prohibido cogerla cuando crece en libertad.
Florece en su segundo año de vida, produciendo un majestuoso disco amarillo pajizo, rodeado de un conjunto circular de lengüetas doradas y estrechas, con hojas muy recortadas que pinchan y presentan en su envés un terciopelo blanco. Prima de la alcachofa, la roseta basal donde se asienta la flor es comestible, cuando está tierna.
Antiguamente se usaba también para observar los cambios meteorológicos ya que esta planta ante un ambiente muy húmedo reacciona plegando sobre el disco central las lengüetas que se hacen flexibles y cuando el ambiente se vuelve seco se estiran volviendo a su rigidez.
Se recolectaba la raíz en el otoño antes de que lleguen las nieves ya que en ese momento se concentran todos sus principios activos en ella.
Se le atribuyen además de las anteriormente citadas, virtudes estomacales y colagogas, purgantes y estomacales. Parece ser que en la virulenta epidemia de 1918 conocida como gripe española sirvió para recuperar el apetito y la normalidad de las funciones digestivas tomando de 3 a 5 gr diarios de extracto de carlina. Y que curaba las fiebres intermitentes cociendo en vino su raíz, tal y como se documenta su uso por el párroco de Toledo de Lanata del Sobrarbe, remedio por el que se hizo famoso en la comarca.

Cuenta la leyenda que explica la creación del mundo según la mitología vasca que, ante la insistencia de los hombres, la madre tierra -Amalur-, además de haber creado la luna y el sol para aportarles luz y claridad, y con el fin de protegerles aún más, creó este ser más luminoso, cuyo poder por la noche sería similar al del sol. Y aún hoy en día se sigue colocando en puertas de casas, caseríos y masías bien en la noche de San Juan o en Nochevieja, también como símbolo de paz y prosperidad.
Bibliografía
- Pío Font Quer. Plantas medicinales. El Dioscórides renovado. Ediciones Península 1999.
- Francisco Javier Barbadillo Salgado. Flores del Pirineo. Editorial Pirineo. 1998.
- Luis Villar Perez et álii. Plantas medicinales del Pirineo Aragonés y demás tierras oscenses. Diputación Provincial de Huesca / Instituto Pirenaico de Ecología, 1992.