Nos sorprendió encontrar esta mata fresca y florecida de SAPONARIA, a más de 900 mts. de altitud, en la ascensión a las crestas altas de Peña Sagra por el Valle de Polaciones, en una de nuestras rutas de montaña. Siempre acostumbramos a encontrarla en lugares húmedos y cerca de los ríos, y aunque sabemos que puede florecer a 1600 metros de altitud, no dejó de sorprendernos por la sequedad del entorno, pero aquí estaba tomando el sol a gusto. Aunque si se encontraba allí, eso es un indicador claro de que tiene sus raíces hundidas en humedad.
Y después de unos cuantos años de cultivo paciente, ya la tenemos totalmente asentada en nuestro Jardín Aromático, eso sí, entre sol y sombra y con buena humedad, como le gusta vivir.
Su nombre lo dice todo: Saponaria deriva del latín sapo, que significa jabón, así que en su nombre ya nos está diciendo su cualidad más conocida y antigua:
Puedes macerar toda la planta, raíces y partes aéreas, con agua hirviendo durante 10 a 20 minutos, y una vez reposada, ya obtienes una sustancia limpiadora, que se ha usado tradicionalmente tanto para lavar ropa, como platos y vajillas, formando parte también de los jabones o champús más artesanos, por lo que se la conocía con el nombre de “hierba jabonera”.
Es una planta perenne, que puede alcanzar un metro de altura, con hojas lanceoladas, con nervios paralelos al margen y racimos de flores tubulares de color rosa, blanco, amarillo o púrpura pálido. Como nos describe tan visualmente Aína S. Erice en su libro de las Plantas Olvidadas, su flor en campanilla se parece a la de sus primas las collejas, de hecho, en un primer vistazo, cuando iba ascendiendo por un camino pedregoso, concentrada en no esmorrarme con las piedras, dudé si era una colleja o una saponaria. Cuenta con un cáliz largo que protege la base de su corola, formada por cinco pétalos que se abren en forma de estrella.
Su ingrediente fundamental es la saponina, una sustancia que le confiere propiedades no sólo detergentes sino también depurativas. Aunque el rizoma es la parte que más concentración de estos principios activos presenta, aparecen en toda la planta, por lo que podemos utilizarla entera, tanto sus hojas como la corteza del tallo también. La flor se recoge en el verano, y la raíz, en otoño.
Mejor esperar a recogerla de las especies que tengan más de dos años, ya que sus principios activos aumentan con el desarrollo y la edad de la planta.
Las saponinas funcionan como emulsionantes vegetales que al contacto con el agua sacan una muy ligera espuma que contribuye a la eliminación de la suciedad y las grasas, no sólo de la piel y el cabello, sino también de tejidos como la lana -por algo se la conoce también con el nombre de hierba lanera O HIERBA DE BATANEROS-. De hecho, aún la podemos encontrar asilvestrada en las cercanías de los antiguos batanes.
Según Font Quer, esta especie es la hierba lanaria de Plinio empleada ya entonces para lavar la lana.

En muchos lugares recuerdan el efecto suavizante al lavarse las manos con esta planta, generalmente utilizando la parte aérea. Por ejemplo en la provincia de Salamanca se utilizaban las hojas y flores para lavarse las manos cuando se manchaban de moras o de nueces tiernas en el campo. Se lavaban con ella los pantalones de pana, la ropa de color y negra, y las prendas delicadas, obteniendo muy buenos resultados. En Salamanca y Zamora se usaba la raíz para lavar y desengrasar utensilios de cocina.
El jabón cosmético de saponaria es a la vez limpiador y calmante, de gran eficacia y suavidad que puede aliviar problemas de piel como eccemas y erupciones cutáneas, descamativas y pruriginosas.
En la comarca catalana de la Cerdanya se menciona el uso de esta hierba para pescar, actuando como ictiotóxica. Para ello, se picaba la planta entera dentro del agua del río, práctica que os recuerdo está prohibida hoy en día, y para lo cual también se usaban otras plantas como el gordolobo*.
Las saponinas de esta planta resultan tóxicas para los peces, se usaba en grandes cantidades en arroyos, lagos, etc con el fin de atontar o matar a los peces, como el torvisco, para «entorviscar» las aguas.
*Inventario Español de los Conocimientos Tradicionales relativos a la Biodiversidad. Autores: Ugo D’Ambrosio, Teresa Garnatje, Airy Gras, Montse Parada y Joan Vallès
Pero, tradicionalmente no sólo se ha usado la saponaria para lavar y pescar, sino que se han documentado muchos usos medicinales basados en un conocimiento ancestral:
Para afecciones del sistema circulatorio, la raíz en infusión ha sido utilizada en Jaén y en Palencia como depurativa, “para limpiar la sangre” y en Valencia, se han usado emplastos a modo de hipotensores, “para rebajar la sangre”.
En Navarra, la decocción de las flores frescas se ha empleado para el dolor intestinal o de tripas, aunque advierten que hay que tener cuidado con la dosis, ya que tiene efectos laxantes.
Para aliviar el reuma, en Huesca se aplicaban compresas con el cocimiento de la raíz en las zonas doloridas, compresas que también se usaban allí para desinfectar heridas y úlceras. En Lérida, para la neuralgia ciática se tomaba una tisana con la parte aérea de hierba jabonera y hojas de fresno, junto con un emplasto elaborado con pino albar que llamaban pega negra.
Durante mucho tiempo la saponaria ha sido cultivada en gran escala, y la industria la ha empleado en grandes cantidades para el lavado de las telas. A pesar de esto, hay que observar que esta planta no obra como el verdadero jabón. Su principio activo del que ya hemos hablado, la saponina, es un sólido amorfo, incoloro, tóxico, soluble en el agua y en el alcohol, que comunica al agua la propiedad de hacer espuma; pero su composición química la diferencia completamente de los verdaderos jabones*.
*Larbalétrier, A.: Tratado Práctico de Jabonería y Perfumería, Ed.Maxtor
En las culturas primitivas, la raíz de la planta saponaria se sigue triturando con agua a fin de obtener una solución limpiadora espumosa y no hay limpiador más eficaz para las tapicerías antiguas más eficaz que la saponaria aunque por supuesto, hoy en día usando un cepillo en lugar de golpearlas contra las rocas.
No es sólo una planta limpiadora, sino que también cuenta con propiedades dermatológicas, aliviando picores e irritaciones.
Ya en la Arabia antigua, los médicos la recetaban para sanar todas las enfermedades de la piel, incluida la lepra. Y su uso también está documentado además en lugares como el País Vasco, Murcia o Aragón.
En Muskiz (Vizcaya), se usaba para el escozor, aspereza y escamas en la piel, frotando la zona afectada con la planta. En Jaén, e incluso en Cantabria, en Valdeprado del Río, se menciona la utilización de su infusión como hidratante para lavarse las manos cuando están agrietadas y como suavizante de la piel, lavándose las manos en agua con las partes aéreas de la hierba.
Puedes utilizar el cocimiento de la raíz, y en menor grado de las partes aéreas, en uso externo, al ser un remedio estupendo como lavado calmante para el eczema y picores de la piel y también como antiséptico para lavar heridas y úlceras.
Uno de sus usos más sencillos, seguros y efectivos es elaborar una cataplasma con sus hojas frescas, que se lavan y escurren, para después machacarlas y extenderlas sobre un paño fino de algodón, y colocarlas sobre cualquier problema de la piel, e incluso forúnculos.
La saponaria puede utilizarse en uso interno, ya que su actividad ha sido valorada farmacológicamente, sobre todo como expectorante, ya que, debido a su acción irritante en el intestino, estimula el reflejo espasmódico de la tos y aumenta la producción de mucosidad más fluida en las vías respiratorias, para su mejor expulsión. Se receta para bronquitis, tos, algunos casos de asma, e incluso por su poder analgésico, también para dolores reumáticos y artríticos, y por sus cualidades antisépticas, útil en afecciones bucales como anginas o aftas.
Cuenta con propiedades diuréticas, sudoríficas y vermífuga, ayudando así mismo en la eliminación del exceso de ácido úrico. La decocción de sus tallos tiene propiedades moderadamente purgantes.
Sin embargo, es una planta que en uso interno puede llegar a ser tóxica si no se respetan escrupulosamente las dosis indicadas, lo que podría derivar en una acción destructora de los glóbulos rojos.
Se han encontrado compuestos extremadamente tóxicos en su composición que pueden producir depresión en la actividad cardiaca y en el sistema nervioso central, o incluso parálisis.
Su gusto muy amargo, debido precisamente a sus agentes jabonosos, ya nos advierte de su peligrosidad, y no se debe ingerir excepto bajo uso profesional.
Según recoge Clara Castelloti, Leclerc recomienda no dejar nunca la planta en maceración y filtrarla inmediatamente una vez preparado el cocimiento, ya que puede desarrollar principios tóxicos.
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