EL VINAGRE DE LOS CUATRO LADRONES

«Durante nueve días se deja macerar en 2500 cc vinagre blanco, 40 gramos de cada una de estas plantas: ajenjo, romero, salvia, menta, tomillo, ruda y lavanda, junto con 5 gramos de cada uno de estos ingredientes: cálamo, clavo, nuez moscada y ajo. Se filtra exprimiendo bien y se pueden añadir (o prescindir de ello si no se tiene) 10 gr. de alcanfor diluido en 40 gramos de ácido acético cristalizado. Se emplea como prevención en las enfermedades infecciosas. Se utiliza restregándose con él las manos, y quemándolo en las habitaciones para prevenir contagios. Se puede inhalar en caso de desmayo» Receta del Vinagre de los cuatro ladrones (Clara Castelloti, Fitoterapia energética, pág. 302)

La leyenda del Vinagre de los cuatro ladrones con innumerables versiones, tiene lugar en Francia en Marsella o Toulouse, y se ubica entre los siglos XIV al XVIII, en cualquiera de las numerosas epidemias de peste que asolaban frecuente y anualmente todos los pueblos y las ciudades incipientes de esa época. Cuatro ladrones fueron apresados por robar a los muertos y a los enfermos de la plaga. A pesar de estar en contacto con ellos, los ladrones no contrajeron la enfermedad. El tribunal les prometió clemencia si compartían su secreto, y, ante la posible amenaza de ser acusados de brujería o actos impuros desvelaron una receta, que también cuenta con muy diferentes versiones, aunque al parecer, la original fue escrita en los muros de Marsella durante la plaga y se colgó en el museo de París en 1937. Tradicionalmente, la receta consistía en la maceración en vinagre de cuatro hierbas: salvia, romero, espliego y tomillo.

Aunque otros tipos similares de vinagres de hierbas se han utilizado como medicina desde la época de Hipócrates, ninguno llegó a ser tan famoso como el vinagre de los cuatro ladrones. Cuatro hierbas maceradas, una por cada ladrón, aunque posteriormente se le fueron añadiendo al vinagre más componentes de tipo antibacteriano como el ajo y el clavo, y también ruda, menta, ajenjo, ulmaria, campanula y marrubio, así como alcanfor.

Versiones modernas de este ungüento incluyen ajo, tomillo, lavanda, menta, canela y otras hierbas. Seguramente lo podrás encontrar en alguna feria medieval europea, o en cualquier tienda si visitas la Provenza francesa. En Italia también está a la venta, pero añadiendo hasta 7 ladrones, bajo el nombre de l’aceto dei sette ladri, que dicen que usaba el mismo Casanova.

La mezcla resulta ser un eficaz repelente de insectos, y no debemos olvidar que la peste bubónica se propagaba a través de las picaduras de las pulgas. Otras variedades de la enfermedad, la neumónica y la septicémica, se contagiaban además por contacto, y aquí es donde las propiedades antisépticas de la loción también podían ayudar.

Su composición quedó registrada en el Codex farmacéutico hasta principio del siglo XX. Este vinagre sigue usándose para prevenir enfermedades contagiosas, se usa en la cara, las partes descubiertas del cuerpo y las manos.

Nosotros elaboramos todos los años en casa la receta que recoge Palmira Pozuelo en su libro «Remedios herbales de la antiguedad, útiles hoy en día»

Para prepararlo cogeremos las plantas aromáticas siguientes: ajo, lavanda, laurel, romero, salvia, tomillo, hierbabuena, clavo y pimienta negra, a poder ser la mayoría en estado fresco, quitaremos las partes más leñosas de las mismas separando los tallos de las hojas y mezclándolas todas en un bote llenándolo hasta 2/3 del mismo con las hierbas y cubriéndolas con vinagre de manzana de buena calidad. Dejaremos reposando al menos durante 15 días y después filtraremos.

Para que el “vinagre de los cuatro (o siete) ladrones” nos dure mucho tiempo os recomiendo que lo guardéis en un lugar oscuro y seco. Se pueden dejar también las plantas dentro e ir utilizándolo. No poner tapa metálica, ya que el vinagre la daña. O bien poner un papel de estraza entre la tapa y el macerado. O Poned una tapa de corcho o plástico. El envase debe ser de vidrio.

Esta receta conservada como fórmula magistral de farmacia tiene muchísimas aplicaciones tanto preventivas como curativas. La utilización más sencilla es añadirlo a nuestras ensaladas diariamente, con lo que nos beneficiaremos de todas sus virtudes. Hay quien asegura que las “brujas” lo usan en sus conjuros para alejar las personas indeseables.
Se puede utilizar como aliño en la ensalada a modo de vinagre aromático, dando un sabor increíble, fortaleciendo nuestras defensas a la vez que aportará un efecto digestivo y antiséptico debido a las esencias contenidas en las plantas aromáticas. Y también se puede usar para desinfectar las verduras y hortalizas de la ensalada.

Previene y apoya el tratamiento de afecciones catarrales,  puede usarse como colutorio y para el alivio de dolores reumáticos y articulares, e incluso puede elaborarse la versión aromática para desinfectar heridas, e incluso superficies, para una limpieza ecológica del hogar.

Si estás interesad@ en aprender cómo hacerlo, y otros usos culinarios o medicinales, te invitamos a que asistas a nuestros Cursos a distancia del Club de cocina o a nuestros cursos presenciales formativos.

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