Sin ánimo de asustar, y poco a poco -en pequeñas «diócesis» como decía un amigo- vamos a ir comentando algo de lo que no tenemos entre nuestras pomadas, cremas, leches corporales o bálsamos…
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Foto realizada en el Bierzo |
Existen miles de componentes químicos que se incorporan a las cremas. Teniendo en cuenta que las sustancias penetran en nuestro cuerpo a través de la piel y en 15 minutos llegan a la sangre, sería bueno prestar algo de atención a lo que nos «untamos».
Nuestras cremas NO tienen aceites minerales
Aceites minerales: Su nombre nos puede despistar, y darnos la apariencia de «beneficioso»: nada más lejos de la realidad, ya que derivan del petróleo, a pesar de su textura fina y sedosa, que aparente y momentáneamente nos dan una buena impresión. Aquí viene la mala noticia: son cancerígenos, como casi todos los derivados del petróleo.
Cómo funcionan? Impiden a las células respirar, ya que actúan tapando los poros, extraen la humedad de la piel y la afloran a la superficie, dando una falsa apariencia de «hidratada», pero al dejar de usar el producto, la piel está más reseca que antes y parece adicta a la sustancia.
Aparecen en la mayoría de las barras llamadas «protectoras» de labios.
En el INCI -o Nomenclatura Internacional de Ingredientes cosméticos- aparecen con las siguientes denominaciones: Mineral oil, paraffinum, petrolatum. También son derivados del petróleo las llamadas silicolas, methylsilanol, y se esconden en nombres como cera microcristalina, ceresin, incluso la vaselina.