Delicadeza y serenidad
Algunas razones por las que hacemos Talleres.
Cada vez le doy más importancia a esto del cómo. Creo que el cómo es el quid de la cuestión. El gran convertidor. La máquina de los milagros.
Podemos modificar nuestro entorno, simplemente cambiando el cómo: el cómo nos dirigimos a los que nos rodean, el cómo pedimos algo (mi abuela decía que: «Hay quien pide que parece que está dando»), el cómo preguntamos algo, el cómo afrontamos un problema, el cómo nos relacionamos con nuestra familia, con nuestros amigos….
A veces tenemos tanto ruido en nuestra cabeza, tantas ocupaciones, tantas pre-ocupaciones, tanto por hacer, tantos planes, tantas prisas…que no nos damos cuenta cómo saludamos a nuestra madre, o no percibimos que nuestro hijo necesita un abrazo, o no sentimos la tristeza oculta en el silencio de un amigo….
No nos damos cuenta de cómo utilizamos nuestras palabras y nuestros gestos.
No darse cuenta.
La importancia del darse cuenta.
Que no es otra cosa que ser consciente.
Y para darse cuenta, y ser consciente, uno tiene que tener un poco desocupada su agenda mental, debe tener algo de hueco para ver.
Tanto trasto rutinario nos impide ver lo que tenemos delante.
Ver y cuidar nuestros gestos, nuestra manera de hacer cada simple y sencilla tarea que tengamos entre manos.
Ver y hacer, estando presentes no sólo en cuerpo, sino también en mente y en corazón.
Poner todos los sentidos y toda la atención en cada palabra, en cada gesto, y en cada acción. Poner cuidado. Poner delicadeza. Poner serenidad.
Esto me recuerda a unos versos de Angel González:
«ME BASTA ASÍ
Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso«
Nos avasalla nuestra agenda: esa lista amontonada de tareas y compromisos, de obligaciones y quehaceres, que forman la rutina de nuestra vida, porque muchas veces, lo que queremos es eso: rutina, comodidad, seguridad…detrás de la rutina, está la seguridad.
La seguridad y el miedo. Porque si no tenemos completito nuestro tiempo, y nos quedamos el algún momento sin nada que hacer y enfrentados solamente con nosotros mismos, qué vamos a hacer??? Terror!!! El terror del vacío y de enfrentarnos a nosotros mismos!!!
Si analizamos la importancia específica y detallada de cada una de esas miles de ocupaciones que nos entretienen, puede que descubramos que muchas de ellas son totalmente prescindibles. Y que no sólo podemos prescindir de ellas, sino que, si tenemos la valentía de abandonarlas, puede que eliminemos esa carga que llevamos encima, que tanto pesa, y que tan difícil es de explicar, porque es un cansancio que nos ata al suelo y no nos deja volar…
Volar??
Soñar???
Cumplir algún sueño???
Con nuestros talleres nosotros hemos cumplido un sueño: el compartir nuestras pasiones, y lo poquito que hemos aprendido estudiando, experimentando, observando.
Lo que ocurre es que estamos disfrutando de un sueño que no habíamos soñado!: Conocer a gente tan afín, tan amable, tan cariñosa, tan fantástica, nos llena de agradecimiento y energía el corazón.
Hoy en día no hay ningún problema en encontrar por el universo de internet, multitud de recetas y de consejos para casi todo…bueno, yo creo que para todo! Porcentajes, pesos, medidas, gramos y milímetros, todo detallado para que en nuestra casita podamos elaborar cualquier preparado.
Pero, y el cómo?
Cómo utilizar cada componente, cómo ajustar la temperatura, cómo mezclar los ingredientes, cómo acertar en la justa proporción, en el tiempo adecuado, en la cantidad oportuna…
Cómo aprender alguna receta en compañía de gente amable, de una sonrisa, de un chascarrillo, de un abrazo…
…Por cosas como éstas, nos gusta hacer talleres…
Por el cómo.