El árbol
Viajero, escucha:
Yo soy la tabla de tu cuna, la madera de tu barca, la superficie de tu mesa, la puerta de tu casa. Yo soy el mango de tu herramienta, el bastón de tu vejez. Yo soy el fruto que te regala y te nutre, la sombra bienhechora que te cobija contra los ardores del estío, el refugio amable de los pájaros que alegran con su canto tus horas y limpian de insectos tus campos. Yo soy la hermosura del paisaje, el encanto de la huerta, la señal de la montaña, el lindero del camino…
Yo soy la leña que te calienta en los días de invierno, el perfume que te regala y embalsama el aire a todas horas, la salud de tu cuerpo y la alegría de tu alma. Por último, soy la madera de tu ataúd.
Por todo esto, viajero que me contemplas, tú que me plantaste con tu mano y puedes llamarme hijo, o que me has contemplado tantas veces, mírame bien, pero… no me hagas daño.
Rabindranath Tagore
LOS ÁRBOLES Y SUS BENEFICIOS
Los árboles son necesarios para la vida. Hacen que este planeta sea habitable para los seres vivos.
Bajo los árboles, el aire es más oxigenado;
- es más limpio, retiran de la atmósfera dióxido de carbono, gases nocivos, polvo, ozono, monóxido de carbono y dióxido de azufre.
- es más saludable, emiten compuestos orgánicos volátiles y
- es más fresco y húmedo, por la sombra de los árboles que reducen la pérdida y evaporación de agua.
- Producen oxígeno. Purifican el aire: Absorben contaminantes. Liberan vapor de agua que refresca el ambiente y lo humedece.
- Forman suelos fértiles. Regeneran los nutrientes del suelo. Evitan erosión. Reducen la temperatura del suelo.
- Retienen el agua para los acuíferos, evitando sequías e inundaciones. Mantienen ríos limpios.
- Sirven como refugios para la fauna y proporcionan refugio y comida a animales e insectos. Propician el establecimiento de otras especies.
- Moderan el clima. Frenan el viento. Amortiguan el ruido.
Los árboles nos ofrecen alimentos, medicinas, cosméticos, tintes, curtientes, vestimenta (cortezas y raíces), calzados, esterillas, alfombras, colchones, instrumentos musicales, madera para la construcción, pero además nos proporcionan otras cosas más intangibles, pero no menos importantes.

Antiguamente se honraba al espíritu de los árboles y se creía que tenían algunas propiedades mágicas, espirituales y divinas. La superstición/tradición de “tocar madera” para la buena suerte = lo sagrado de la naturaleza de los árboles.
Ya en tiempos antiguos los árboles estuvieron consagrados a los dioses.
Los pinos. Son venerados en la cultura china y japonesa y se les considera árboles inmortales. Según la sabiduría Zen, sirven para fortalecer el sistema nervioso y mejorar la circulación.
Galeno, uno de los padres de la medicina, griego, hace 2.000 años ya aconsejaba a todos sus pacientes pasar algún tiempo en bosques de laurel.
El poder sanador de los árboles está presente desde hace miles de años en todas las culturas y civilizaciones de oriente y de occidente. Los beneficios para la salud física y mental de estar en contacto con los árboles y los bosques están presentes también en todas ellas.
Antiguamente los hospitales estaban en lugares cercanos a los bosques, especialmente los de enfermedades respiratorias como la tuberculosis.

Que caminar entre árboles sea saludable no es algo nuevo, pero existen estudios e investigaciones recientes que apoyan de un modo científico la necesidad de concebir el contacto con la naturaleza, en general, y con los árboles, en particular, como una verdadera medicina y una forma sana de vivir.
Japón está en la vanguardia de este planteamiento. Desde los años 80 del pasado siglo, los médicos recetan paseos de dos horas por bosques a ciudadanos de grandes urbes afectados de estrés y otras dolencias habituales de la vida de hoy. Los paseos se denominan “Shinrin-yoku” o “baños de aire del bosque”, y sus efectos están siendo evaluados por inmunólogos, neurólogos y fisiólogos.
Cada año entre 2,5 y 5 millones de japoneses, afectados por el estrés, la hipertensión y la ansiedad de la vida urbana moderna, acuden a las sesiones de “Terapia del Bosque” en alguno de los 48 centros oficiales designados por la Agencia Forestal de Japón. La sesión consiste en unas dos horas de paseo relajado por el bosque, con ejercicios de respiración dirigidos por monitores. Antes y después de la sesión de terapia natural, se mide la presión arterial y otras variables fisiológicas de los participantes para comprobar la eficacia del tratamiento.

Desde 2004, el Gobierno japonés ha invertido unos tres millones de euros en investigación científica sobre los efectos terapéuticos de los bosques.
Esta investigación científica ha demostrado lo siguiente:
Los fisiólogos investigadores han medido la concentración en saliva de cortisol (la hormona del estrés) en individuos expuestos a un ambiente de bosque, resultando significativamente menor que en los individuos que habían permanecido en un ambiente urbano.
Los investigadores en neurobiología han confirmado que pasear o simplemente estar en un bosque disminuye la actividad del córtex prefrontal, la parte del cerebro donde residen las funciones cognitivas y ejecutivas como planificar, resolver problemas y tomar decisiones. En cambio, la actividad se desplaza a otras partes del cerebro relacionadas con la emoción, el placer y la empatía. “Por eso sabe mejor la comida en el campo” le explicaba Miyazaki a la escritora y periodista Florence Williams.
Los inmunólogos han demostrado que un paseo por un bosque o por un parque aumenta significativamente la concentración de células NK (del inglés natural killer) en sangre, un tipo de glóbulo blanco que contribuye a la lucha contra las infecciones y contra el cáncer.
El efecto beneficioso del paseo del bosque, aumentando los linfocitos NK y las proteínas anti-cáncer, puede durar hasta una semana. Según Li, los compuestos volátiles emitidos por los árboles son los principales responsables de este efecto beneficioso sobre el sistema inmunitario. Se han realizado experimentos con diversos compuestos aromáticos naturales, como pinenos, limonenos, cedrol o isoprenos; algunos de ellos con conocidos por su efecto antimicrobiano y supresor de tumores. En general, a estos compuestos volátiles que las plantas producen como defensa se les llama “fitoncidas”, y son usados en aromaterapia y medicina holística.
La práctica del Shinrin-yoku surge de una forma natural en Japón. Según Miyasaki, en su cultura la naturaleza es parte de sus mentes y sus cuerpos, y de su filosofía de la vida. Se inspiró en las tradiciones sintoístas y budistas que promueven la comunicación con la naturaleza a través de los cinco sentidos.

¿Pero qué sucede en Occidente?
En Occidente, las nuevas tecnologías y la vida urbana cada vez nos apartan más del medio natural. El psicólogo y educador Richard Louv ha llamado la atención sobre el “desorden por déficit de naturaleza” que está trastornando el comportamiento y desarrollo de los niños urbanos, que crecen en un ambiente artificial, y ese déficit contribuye a alimentar problemas físicos y emocionales. La vida artificial moderna nos produzca estrés y ansiedad.
Una de las consecuencias del Déficit de Naturaleza es lo poco que hoy día ejercitamos y valoramos los sentidos. Casi con exclusividad usamos el sentido de la vista, y la vista en pantallas.
En 2014 en España pasamos casi 6,6 horas mirando sobre todo el móvil, algo parecido ocurre en México, mientras en China el promedio es de casi 8 horas.
Pero a la hora de sumergirnos en el bosque y practicar el shinrin-yoku, debemos apagar la tableta o el móvil, “desactivar” el lóbulo frontal y dejar a un lado las preocupaciones del ego, abrir los cinco sentidos y dedicarnos a percibir, disfrutar, respirar hondo y entrar en comunión con la naturaleza.
El árbol, al igual que el hombre está emitiendo vibraciones energéticas constantemente, siendo todo él un verdadero emisor. Estas vibraciones pueden absorberse por el ser humano y podemos beneficiarnos de sus efectos.
Acercarnos a observar, tocar y abrazar a estos árboles especiales nos proporcionará paz, energía y vitalidad.

Sostienen que todas las vegetaciones contienen grandes cantidades de iones negativos. Por lo tanto, al entrar en contacto con ellos el cuerpo se limpia de toxinas electromagnéticas y el estado de ánimo mejora.
El contacto con aparatos eléctricos y el mismo estrés, hacen que el cuerpo se llene de iones positivos. En esos casos, es como si el cuerpo se convirtiera en un transformador ambulante. Lo que hace que sintamos fatiga, irritabilidad, ánimo bajo, depresión y falta de energía.
El solo hecho de entrar en contacto con un bosque neutraliza todo esto. Y el abrazar un árbol, todavía más. Es como “absorber vitaminas de aire” y que esto activa todas las funciones del organismo, de modo que también la mente resulta beneficiada.