¿Qué relación tienen los pétalos de una rosa o el interior de una manzana con los movimientos del planeta Venus? ¿Qué tiene que ver el número 5, el pentágono y la estrella de cinco puntas con una ermita en el corazón del Cañón del río Lobos?
Hay una manera apasionante de aproximarnos al mundo vegetal, en clave de geometría. Números y proporciones sagradas se encuentran en la arquitectura de una flor, en las leyes del Universo y en el diseño de los lugares sagrados que acogen a las divinidades de todas las religiones y culturas.
La geometría sagrada hace referencia al conjunto de formas y patrones geométricos y matemáticos que se encuentran presentes en la naturaleza y en el diseño de ciertos sitios considerados sagrados; principalmente iglesias, catedrales y mezquitas, junto con los significados simbólicos, religiosos, filosóficos y esotéricos que se les atribuyen basándose en sus propiedades.
Los grandes pensadores de la humanidad, a través de la geometría, los cálculos y proporciones matemáticas y sus representaciones visuales, han intentado comprender el proceso de la vida, el origen y los secretos del crecimiento de las plantas, el descubrimiento del patrón que explica y que permite entender la trama del proceso vital.
Buscamos la llave que nos permite interpretar la vida de lo que nos rodea y nuestra propia existencia. Quizás ya la hemos descubierto. Quizá la tenemos delante y no la vemos. Quizá esté en nuestro interior.
Dedicamos un programa de radio de nuestro espacio de EL JARDÍN DE LA SALUD, a la geometría sagrada y el mundo vegetal, y para visualizar mejor algunos de sus contenidos, os dejamos aquí:
LA DANZA DEL PLANETA VENUS

Curiosamente, Venus gira sobre su propio eje (movimiento de rotación) en dirección opuesta a su giro alrededor del Sol (movimiento de traslación). En el lapso de 8 años terrestres, que equivale a 13 años de Venus,
Venus completa su trayectoria recorriendo el círculo zodiacal y forma una figura de 5 vértices, es decir, una figura pentagonal, completamente regular, que coincide con los 5 periodos sinódicos, o momentos de mayor cercanía a la tierra y conjunción.
Por eso, algunos han querido encontrar el origen y significado del pentagrama, también conocido como el pentáculo o la pentalpha, en el propio patrón de Venus, ya que traza una estrella de cinco puntas, uno de los símbolos más representativos de toda la humanidad, de todas las culturas.
Que hoy en día, con la tecnología tan avanzada que poseemos, los potentísimos radiotelescopios y observatorios astronómicos, los complejísimos equipos informáticos, las naves espaciales y los sistemas de detección fotográfica, conozcamos con precisión estos dibujos de las órbitas de Venus, con la tierra y el sol, no nos sorprende mucho. Pero qué podemos pensar cuando en el documento astrológico más antiguo de la historia, el Libro de los Dioses del Cielo y la Tierra o Enuma Anu Enlil, encontrado en unas tablillas de Nínive, y con una antigüedad de 1700 años A.C. aparece registrado y descrito por primera vez el ritmo de Venus: los cinco períodos sinódicos de Venus de 584 días, equivalentes casi exactamente a 8 años terrestres.
¿Qué podemos pensar cuándo el mismo dibujo que se forma aparece en los mandalas que utilizaron los árabes, persas e hindúes en las cúpulas de sus templos, y en el calendario de los mayas con asombrosa precisión?
Para añadir algo más a esta especie de poesía romántica de los movimientos venusinos que dibujan una estrella de cinco puntas, un pentagrama o pentalfa, también se han visto las formas de corazones en los bucles que forman las conjunciones interiores de los movimientos de Venus como motivos de corazón tejidos sobre el telar sideral. Y ésa es la forma tallada en piedra, por ejemplo, en el rosetón que encontramos en la ermita de San Bartolomé, situada dentro del Cañón del Río Lobos, en Ucero, lugar esotérico donde los haya.
En el centro de este rosetón románico se encuentra una enigmática celosía calada, de tracería musulmana en la que confluyen entrelazados diez corazones (5 pequeños y 5 largos) con una pentalfa y el consiguiente pentágono central. Otra vez, de nuevo, el 5.

Toda la figura mandálica del rosetón nos conduce a su centro, a ese pentágono con el vértice hacia arriba en el que cabe el hombre con sus extremidades abiertas (el hombre de Vitruvio), expresión del «microcosmos» el cual se halla en relación analógica con el «macrocosmos».
Este pentágono es, a su vez, el centro de los diez corazones y, más directamente, de la estrella de cinco puntas o pentalfa, la cual era el signo de reconocimiento entre los pitagóricos y que debía trazarse en línea contínua.
El pentagrama, pentalfa o pentáculo de cinco puntas era un símbolo de la salud (curiosamente la virgen venerada en esta ermita de San Bartolomé es la Virgen de la Salud). Los antiguos lo consideraban símbolo de la idea de lo perfecto, número también del centro, de la armonía y el equilibrio. En el Islam es el número predilecto que rige la sacralidad de los actos rituales, por ejemplo. Y hasta el papa Pío XI sacraliza el simbolismo del número pues la Escritura nos dice que Dios lo creó todo ‘con número, peso y medida'». Pues bien, el 5, «a través de las especulaciones pitagóricas (número aúreo) pasa a ser, por excelencia, el número del hombre y de la naturaleza viviente, del crecimiento y armonía natural, del movimiento del alma», y seguramente la base numérica y geométrica de la que parte la planta y alzado de la ermita de San Bartolomé son el 5 y la pentalfa, o sea, la proporción del número aúreo.
En el arte constructivo, y sobre todo en la masonería, está asociada la pentalfa a las proporciones y, concretamente, al Número de Oro, que es la proporción aúrea que Vitrubio mismo ya recomendaba. Lo que en la actualidad también sigue apareciendo: No sé si os suena la forma del edificio del Pentágono, donde se aloja la Defensa de Estados Unidos.
Este número de oro y sus proporciones aparece como la forma viva y símbolo del crecimiento, se le conocía como la Divina proporción, lo que llevado al plano del simbolismo alquimista, resulta ser la quintaesencia.
La perfecta geometría del número 5 de la rosa, y del planeta Venus ha sido utilizada por místicos cristianos en uno de sus objetos de culto cargados de todo este sagrado simbolismo, me refiero al rosario. El rosario (del latín rosarium «rosal») el cual está formado por 5 grupos de 10 cuentas cada uno y 5 cuentas más grandes que se ordenan una entre cada diez. Cinco cuentas más, que llegan a simbolizar las cinco heridas de Cristo, forman un colgante que une una cruz al conjunto mediante una medalla. Y si se le dispone en forma circular, el rosario (imagen de la izquierda) se asemeja al símbolo astrológico de Venus (imagen de la derecha)
Como podéis comprobar, la geometría mágica, simbólica, el universo y la explicación del mundo a través de las religiones, es una fuente continua de fascinación y misterio.
Espero que, a partir de ahora, comeros una manzana sea un acto para esa fascinación y asombro.


Comenzamos en lo vegetal, salimos al Universo, y volvemos a nuestros vegetales: después de este paseo sideral, simbólico y filosófico, espero que hayamos contribuido un poquito a haceros sentir la magia, el asombro y lo increíble de los dibujos que crean las plantas que nos rodean, los vegetales, las hortalizas, las flores, los frutos.
Algunas fuentes consultadas y para quien quiera profundizar en estos temas:
* Palmira Pozuelo y Jaime Buhigas: “Desvelando la geometría sagrada
oculta en la naturaleza” Escuela de atención. Ciclo de conferencias. Disponible en: https://youtu.be/O_DjrIirM9U
http://www.templespana.org/biblioteca/articulos/mandala_templario.html
Los Códices Templarios del Río Lobos. Los Custodios del Grial«,