Aunque lo sabemos hace bastante tiempo, tengo que reconocer que no lo había tenido en cuenta, pensando que al ignorarla, podía desaparecer, pero visto que ya está científica y mayoritariamente aceptado, habrá que aceptarlo: nuestro romero, el de nombre botánico Rosmarinus officinalis, ha pasado a denominarse Salvia rosmarinus. Nuestro romero, al que por supuesto le seguiremos llamando romero, desde el 2017 ha modificado su denominación botánica, esto es, pasa a considerarse como una de las muchas especies dentro del género Salvia, y la denominación rosmarinus desaparece como género, y se traslada como epíteto específico, para identificarla como una especie determinada de Salvia.
Por mucho que nos afiancemos a las palabras con las que estudiamos nuestra botánica, años ha, y por encima de todo, debemos asumir que los cambios en la taxonomía científica de las plantas significan que se están logrando avances en su investigación que suponen un mejor y mayor conocimiento de estas plantas medicinales.
Debemos abandonar, decir adiós al nombre de Rosmarinus officinalis que se utiliza desde que Carlos Linneo introdujo en 1753 un sistema revolucionario de denominación de plantas basado en una nomenclatura binomial de las especies, lo que significa identificarlas con un nombre y apellido, y no confundirlas con ninguna otra, por encima de denominaciones locales.
Hasta ahora, tanto el romero como la salvia, aunque pertenecían a la misma familia -anteriormente denominadas labiadas, y ahora lamiáceas-eran consideradas como de géneros diferentes, distintos, pero por lo visto, con una pequeña diferencia en los estambres de las flores. Diferencias que, a partir de una investigación en sus secuencias de ADN, han resultado ser más pequeñas de lo que parecían, hasta tal punto que ya ni se consideran como diferencias, sino como una pequeña adaptación a la polinización, que no impide incluirlas, como así se ha hecho, en el mismo género.
Así las cosas, en 2017, Drew y colaboradores compararon secuencias de ADN en las plantas de los géneros Salvia y Rosmarinus, entre otros, y se demostró que todos estaban igualmente relacionados, por eso propusieron incluir al romero en el género Salvia.
En definitiva, que la distinción que se hizo en su día entre salvia y romero, centrada en sus estambres, es mucho menos significativa de lo que se pensaba y se trata tan solo una pequeña adaptación a la polinización.

Debido a que el nombre Salvia officinalis L. ya estaba siendo usado para otra especie, recuperan la combinación Salvia rosmarinus, nombre usado por Schleiden en 1852. Y en cuanto al epíteto rosmarinus, que clásicamente se interpretó como directamente tomado del Latín ros marinus, “rocío marino”, parece ser que es más probable que derive del Griego ρώψ, rhops que significa “arbusto” y μυρίνος, myrinos, “aromático”: o sea el “arbusto aromático”, interpretación que encaja mejor con la planta.
El romero es un arbusto que lo tiene todo: ornamental, medicinal, aromático, afrodisíaco, al que le encanta el sol, y siempre va a ir a buscarlo, evitando las zonas de sombra.
Es perennifolio, y sus hojas fragantes en forma de aguja se doblan por los bordes, haciéndolas parecer lineales, para así reducir la superficie desde la que se produce la evapotranspiración, una adaptación fantástica que le hace ser muy tolerante a la sequía.

Las características flores con dos labios bien marcados son blancas, rosas, púrpuras o azules. Pertenece a la familia anteriormente llamada Labiadas y ahora Lamiáceas, parientes de hierbas aromáticas tan importantes como la albahaca, el tomillo y la menta.
Puede florecer todo el año, dependiendo de las condiciones climáticas, y en nuestro Jardín Aromático suele tener una floración en otoño, en invierno y en primavera.
El romero forma un arbusto denso, con tallos verticales o postrados, según la variedad. Las ramas nuevas son suaves y flexibles, pero los tallos más viejos se vuelven leñosos, llegando a formar troncos con el tiempo se van a ir secando. Los romeros rastreros son excelentes cubiertas vegetales, ya que sus ramas se arraigan fácilmente cuando entran en contacto con el suelo.
En estado silvestre le puedes encontrar por cualquier lugar en torno el mar Mediterráneo, desde la costa hasta los 1.500 m de altitud, en regiones con veranos largos y calurosos y periodos prolongados de escasa agua.
Si quieres cultivarlo en vuestro jardín, tanto en maceta como en suelo, es importante que tengas en cuenta que tolera bien las condiciones alcalinas y le gustan los suelos pobres y pedregosos, secos en verano y bien drenados en invierno. No deben ser regado en verano, salvo que se cultive en maceta, ya que la humedad y el calor pueden hacer que se vea afectado por hongos.
En nuestra cocina y en muchísimos de nuestros preparados herbales y aromáticos, el romero es una planta imprescindible, y son conocidas desde la antigüedad sus propiedades aromatizantes y medicinales.
Las abejas adoran el néctar de sus flores, produciendo mieles con sabores y propiedades muy valoradas. Como curiosidad, si observas que en la etiqueta de un alimento aparece E392 entre los componentes, significa que contiene un extracto de romero.

Si quieres conocer más sobre esta planta aromática, le dedicamos unos de nuestros primeros espacios de nuestro programa de radio EL JARDÍN DE LA SALUD, cuyo podcast podéis escuchar en este enlace: https://azufactorianatural.com/2019/03/19/ep-3-el-romero/