El herpes labial es un virus, un bichito puñetero que vive dentro de nosotros en una jaula, custodiada por nuestros soldados defensores que le impiden campar a sus anchas y hacernos daño. Cuando tenemos un brote de herpes en el labio, podemos acudir rápidamente a aliviar sus molestias, y a reducirlo, con aplicaciones tópicas, como por ejemplo, nuestro combinado de aceites esenciales, que logra llevarlo de nuevo a su cárcel interior para que no nos moleste, eliminando sus efectos y regenerando la delicada piel de los labios.

Hasta aquí, bien, pero lo que a menudo no solemos hacer, y aquí viene lo más importante, es atender al herpes labial como un síntoma, que nos está enviando UN MENSAJE MUY VALIOSO, que nos está indicando de ALGO ESTAMOS HACIENDO MAL, que tenemos un problema de salud.

Si sólo atendemos al síntoma, focalizando nuestros esfuerzos en curar el síntoma, y no vamos al origen, a la causa que lo ha desembocado, no nos hemos enterado del aviso que nuestro cuerpo, que es una máquina perfecta, nos está dando.

El herpes es, pensando en un coche, como ese pilotito rojo que se enciende para avisarnos que tenemos poca agua, o poco aceite, no se nos ocurre quitar la luz roja sacando la bombillita roja, sino ir al motor y solucionar el problema, pues eso tenemos que hacer en nosotros mismos, ir al origen del problema.

El herpes nos está avisando de que se han bajado nuestras defensas, nuestros soldados defensores y protectores están débiles, ojo¡ porque el tema hay que atenderlo¡¡¡ es importante¡¡¡, así que, a la vez que atendemos aliviando con aplicación tópica el exterior del problema, tenemos que hacer un proceso de indagación interior, para llegar a descubrir

por qué se nos han bajado las defensas:

generalmente suele ser por que no hemos descansado lo suficiente, porque no hemos descansado bien, porque hemos abarcado en exceso, porque hemos confiado en exceso en nuestras fuerzas y no hemos respetado los descansos, no sólo los nocturnos, sino también durante el día.

falta de descanso y exceso de trabajo y preocupaciones

suele ser lo más habitual, así que el primer cambio que hay que atender para “curar” ese herpes labial, es descansar más y mejor, calibrar bien nuestras fuerzas para no acometer más de lo que podemos, y respetar los ritmos de nuestro cuerpo sin pretender sobrepasarlos. El estrés está en la base de muchas bajadas de defensas, que también se pueden producir o agravar por una

mala alimentación, y también por un disgusto fuerte,

una emoción fuerte que nos ha pillado desprevenidos, y que no hemos sabido digerir, gestionar, solucionar, sanar.

Tanto el estrés, como esas emociones no gestionadas, tienen una buenísima recuperación con actividades como el ejercicio físico, la relajación y las prácticas de meditación con aceites esenciales.

Podemos subir las defensas con plantas, con preparados naturales y ecológicos, desde luego¡¡ nosotros tenemos algunos excelentes, como nuestra tintura de propóleo, los jarabes que os enseñamos a elaborar, determinadas infusiones como el tomillo blanco, cápsulas de aceites esenciales inmunoestimulantes…

hay herramientas naturales que nos van a ayudar

pero no olvidéis que sin un viaje al interior a vuestros hábitos diarios, sin una concienciación en que algo de eso habrá que cambiar para que nuestro organismo despliegue todos sus sistemas defensivos que nos fortalecen, por muchas tinturas, aceites esenciales y plantas que toméis, el problema no se va a solucionar.

La medicina natural, que ojo, hay que tomar de la mano de profesionales cualificados, es una medicina preventiva que debemos tomar en salud, antes de que enfermemos, y también es una medicina sanadora, que nos ayuda como herramienta que nos acompaña, en el proceso de sanación que debemos afrontar cada uno de nosotros, con nuestras decisiones.